¿Cuántas veces suponemos lo que nos van a decir?... ¿Cuantas
veces, mientras nos hablan, pensamos qué vamos a responder?...
Escuchar es una habilidad que ocupa el 60% de nuestra
actividad comunicativa y que puede verse afectada por falta de atención,
motivación, concentración y/o ansiedad, entre otros factores. Cada persona
interpreta individualmente la realidad que le rodea. No vemos las cosas como
son, sino tal como somos.
¿Por qué no le damos importancia al saber escuchar?
La mayoría de las veces creemos que escuchar es
simplemente oír las palabras que nos dice nuestro cliente. Sin embargo oír y
escuchar en absoluto es lo mismo.
- Escuchar: Oír + interpretar.
- Oír: Percibir vibraciones de sonido. Oír es pasivo.
Suele pasar que cuando un vendedor está con un cliente y
éste le está hablando sobre lo que quiere, el vendedor tiende a pensar y
preparar la respuesta cuando el cliente aún está hablando. Esto dificulta la
recepción del mensaje, ya que se está escuchando de forma deficiente manteniendo
ocupada la mente en preparar el propio discurso, más que en comprender lo que
nuestro cliente pretende transmitirnos.
La escucha activa en la venta y atención al cliente
consiste en realizar un esfuerzo por oír y comprender las palabras de nuestros
clientes. Esto requiere un esfuerzo, físico y mental de querer captar la
totalidad del mensaje. Significa escuchar con atención y concentración al
interlocutor, lo cual nos capacita para entender lo que se ha dicho y
demostrarle que se siente bien interpretado.
Escuchar
es
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Escuchar
no es
|
Callarse
|
Emitir
juicios, ni discutir.
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Mirar
a los ojos.
|
Interrumpir
o completar frases.
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Estar
atento a lo que dice y a lo que siente.
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Asumir
que sabe lo que va a decir…y adelantarse a decirlo.
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Dar
tiempo y ser pacientes.
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Distraer,
haciendo otras cosas al mismo tiempo.
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Parafrasear
lo que se dice, para estar seguro de haber comprendido.
|
Dar
soluciones, en vez de dar por supuesto que el otro es capaz de encontrar la
suya.
|
La principal ventaja de la escucha activa es que, gracias
a ella, se permite completar el proceso de comunicación, facilitando al
vendedor la comprensión del mensaje que desea transmitir el cliente. Entre sus
ventajas cabe destacar:
1. Ofrecer un mayor y mejor conocimiento del cliente: se
escucha durante más tiempo su mensaje y se comprueban sus estrategias. El
observar de forma minuciosa el lenguaje verbal y no verbal del cliente servirá
para aproximarnos a sus intenciones. Con ello demostramos consideración por el
cliente y afán por entender sus puntos de vista.
2. Permite relajar las situaciones de tensión y
conflicto: al existir una mayor comprensión entre los interlocutores se
minimizan las posibles situaciones de tensión. Además, disminuye la ansiedad
del cliente al comunicar ya que se le ofrece mayor seguridad al utilizar la
escucha activa.
3. Otorga más tiempo para pensar: la escucha activa
permite disponer de más tiempo para pensar posibles respuestas, organizar
argumentos y valorar las opciones más considerables. Además la escucha activa
nos proporcionará la información que nos permite poder identificar las
cuestiones de la venta. Nos proporciona, pues una mejor comprensión del mensaje
que se nos intenta transmitir.
4. Se consigue una mayor eficacia en los acuerdos: cuando
se realiza este tipo de escucha se evitan las interrupciones al cliente.
Además, dado que existe una mayor predisposición al diálogo va a facilitar el
trabajo en común y alcanzar los acuerdos de manera más fácil. En resumen, al dar
valor, importancia y consideración a las revelaciones del cliente, creamos un
clima de cooperación y receptividad.
5. Ofrece seguridad a la hora de la toma de decisiones: la
escucha activa proporciona feedback, por lo que ayuda a tener una mayor seguridad
sobre el mensaje y a detectar las posiciones del cliente. Percibiremos
claramente las necesidades, emociones y objetivos del cliente.
Para que se produzca la escucha activa es necesario
seguir ciertas pautas:
Ser consciente del otro, concentrándose en el
mensaje que emite, evitando la distracción mental o ambiental y realizando un
esfuerzo personal al centrar la atención.
Observar e interrogarse en todo momento, de forma
reflexiva y mentalmente sobre lo que está hablando el emisor, así como observar
sus gestos y lenguaje no verbal.
Ofrecer retroalimentación, parafraseando algunas frases
del mensaje, utilizando monosílabos o interjecciones (ah, sí, hum, etc.).
Ello nos hace estar presentes en el diálogo, sin interrumpir la exposición del
otro, respetándole y dejándole hablar, respetando incluso el silencio,
escuchando también el silencio.
Detectar los mensajes claves de las palabras, es decir,
en ocasiones, se emplean demasiadas palabras para adornar el discurso, quedando
el mensaje omitido. Es necesario reflexionar sobre las palabras claves para
poder recoger el mensaje real y los intereses de la persona que lo comunica.
Obstáculos para la Escucha Activa
1. Atender sólo a lo que interesa, esto provoca una falta
de atención en todo el mensaje, en ocasiones debido a la falta de tiempo, en
otras por falta de interés en la conversación. Si se presta atención sólo a una
parte del mensaje, según las preferencias o gustos, no se comprenderán el
mensaje completo, y por consiguiente no comprenderemos a nuestro cliente. Si se
mantiene el interés ante el discurso del cliente, se conseguirá elevar su
autoestima, aprender de temas nuevos y disponer de más opciones para solucionar
problemas.
2. El obstáculo de la ansiedad: Tiene lugar siempre
que el que escucha está preocupado por sí mismo, por cómo es recibido y por
cómo tiene que responder. En ocasiones el propio cliente puede ser el que esté
nervioso o excitado, por lo que se puede perjudicar la emisión del mensaje y su
posterior comprensión.
3. El obstáculo de la superficialidad: dificultad
para reparar en los sentimientos. Se tiende a generalizar o huir de los temas
más comprometidos a nivel emotivo, despersonalizando así la conversación.
4. El realizar sólo un esfuerzo físico, simula que se
está atendiendo sin hacerlo en realidad, es decir, el receptor puede mostrarse
interesado aproximándose al interlocutor, asentir con la cabeza e incluso
parafraseando, sin embargo, esto no es suficiente. Para que la escucha activa
suponga atender de forma real al cliente se ha de comprender el mensaje
completo y prestar atención al contenido y a cómo lo está emitiendo. Esto se
llama la “atención fingida”, es decir,
aunque estemos atentos en apariencia, estamos preparando mentalmente nuestras
respuestas.
5. La tendencia a juzgar, a imponer inmediatamente
las propias ideas y decir lo que es justo y lo que no lo es.
6. La impaciencia y la impulsividad, que lleva a
algunos a no permitir que el otro se exprese y termine a su propio ritmo sus
frases. No es adecuado pisar la conversación de nuestro interlocutor, hay que
esperar a que termine, valorar lo que ha contado y entonces responder. Hay que
controlar los impulsos hasta haberlo oído todo.
7. El obstáculo de la pasividad: se da la razón
siempre a la persona que se escucha, sin confrontar datos en el momento
oportuno o de intervención activa. También es necesario mostrar una postura
corporal activa para demostrar al interlocutor que se está atendiendo al
discurso.
Elementos que debemos evitar en la escucha activa:
Distraerse: distraerse es fácil cuando se está
escuchando. La curva de la atención comienza en un punto muy alto, luego a
medida que el mensaje continúa decae y vuelve a ascender hacia el final del
mensaje, debemos tratar de combatir esta tendencia haciendo un esfuerzo
especial hacia la mitad del mensaje para que nuestra atención no decaiga.
Interrumpir, juzgar, ofrecer ayuda o soluciones
anticipadas, rechazar lo que siente, con frases como: "no te preocupes,
eso no es nada", contra-argumentar, por ejemplo: el otro dice "me
siento mal" y tú respondes "y yo también", hacerse el experto
dando la respuesta a su problema antes de conocerlo en su totalidad.
Procura que tus observaciones sean cortas y convenientes.
Técnicas de escucha activa:
Da refuerzo positivo
A medida que el cliente te hable, confírmale con
palabras, gestos y expresiones que le sigues: asiente con la cabeza, di cosas
como claro, entiendo, si, ya, claro, verdad, bien, vale, desde luego, y cambia de cara cuando toque. Habla siempre
en términos positivos: Sin embargo, por otra parte, no obstante,…. A través del
refuerzo positivo destacamos que el mensaje del emisor nos resulta
interesante.
No le metas prisa
Aunque ya sepas a dónde quiere llegar el cliente, déjale
que se exprese. No le interrumpas sacando tus propias conclusiones ni con
expresiones acuciantes para que acabe.
La ampliación
A través de la ampliación solicitamos al cliente que
amplíe o clarifique su mensaje. Pedimos más detalles a cerca de un tema
específico de su discurso. La ampliación anima al cliente a expandirse en el
tema en cuestión.
No te distraigas
Evita los gestos típicos que provocan distracción como
mirar hacia otro lado, juguetear con el bolígrafo, consultar los mensajes del
teléfono, etc. Hacen que el cliente se sienta ignorado.
Haz preguntas
No tengas miedo a interrumpir al cliente de vez en cuando
para hacerle una pregunta relacionada con lo que te está contando. Eso
demuestra que te interesas por lo que dice. Las buenas preguntas son:
- Cortas.
- Comprensibles
- Concretas, es decir, relacionadas con el asunto que se está tratando.
El silencio
La técnica del silencio consiste en mantenernos callados,
cuando se supone que nos correspondería hablar tras la intervención de nuestro
cliente. Es el silencio que provocamos conscientemente con la finalidad que el
cliente siga narrando sus experiencias. Cuando aplicamos la técnica del
silencio, debemos mostrar interés con la mirada. En muchas situaciones, si
esperamos antes de responder, nuestro cliente continuará hablando y
ofreciéndonos información que nunca se nos habría ocurrido preguntar.
Asentir con la cabeza
De vez en cuando, mientras escuchamos debemos asentir con
la cabeza, es decir, mover la cabeza levemente arriba y abajo, diciendo sí con
este movimiento. De esta forma, comunicaremos a nuestro cliente que tenemos
interés por su mensaje y compartimos su punto de vista. Asentir es una de las
mejores formas de demostrar que estamos prestando atención al cliente. Asentir
con frecuencia anima a quien nos está hablando para que continúe haciéndolo
durante más tiempo y nos revele más información. Mantiene viva la
comunicación. Debemos asentir con naturalidad y con un ritmo de un
movimiento por segundo.
Las expresiones faciales
Finalmente, siempre expresaremos con los gestos de
nuestra cara la emoción adecuada en función del mensaje de nuestro cliente. Si
el discurso es gracioso, reiremos. Ante un mensaje triste, manifestaremos una
expresión apenada. Si el discurso es sorprendente, mostraremos admiración. Las
expresiones faciales deben ser naturales y elocuentes. Además, debemos
sincronizar nuestros movimientos corporales con los de nuestro cliente.
Imitaremos su posición general y sus gestos. Adaptaremos nuestro ritmo, nuestra
intensidad y nuestro tono de voz al suyo. Reflejaremos la posición, los
movimientos, los gestos y las expresiones faciales de quien nos habla como si
fuésemos un espejo. Mediante el efecto espejo logramos que nuestro cliente se
sienta cómodo y continúe desvelando sus pensamientos y sus sentimientos.
Resume al final
Cuando el cliente acabe de hablar, sintetiza con tus
propias palabras lo que te ha contado para confirmar que lo has entendido. De
estas formas evitarás los típicos equívocos.
La paráfrasis
La técnica de la paráfrasis consiste en repetir
literalmente las palabras del cliente. La paráfrasis se aplica repitiendo
textualmente las palabras que recogen la idea principal del mensaje que hemos
escuchado. Para utilizar esta técnica eficazmente se debe:
1. Escuchar atentamente el discurso de nuestro cliente.
2. No interrumpirle mientras habla.
3. Concentrarse en su discurso.
4. Captar las palabras que sustentan la idea principal del mensaje.
5. Incorporar literalmente esas palabras clave en nuestra respuesta, una vez nuestro cliente haya terminado de hablar.
6. Alargar la pronunciación de la última letra de nuestra frase.
7. Finalizar nuestra frase mostrando a nuestro cliente la palma de la mano abierta. De esta forma le entregamos el control de la comunicación, le indicamos que debe continuar hablando.
2. No interrumpirle mientras habla.
3. Concentrarse en su discurso.
4. Captar las palabras que sustentan la idea principal del mensaje.
5. Incorporar literalmente esas palabras clave en nuestra respuesta, una vez nuestro cliente haya terminado de hablar.
6. Alargar la pronunciación de la última letra de nuestra frase.
7. Finalizar nuestra frase mostrando a nuestro cliente la palma de la mano abierta. De esta forma le entregamos el control de la comunicación, le indicamos que debe continuar hablando.
La reformulación
La reformulación es una técnica similar a la paráfrasis,
mediante la cual repetimos la idea principal del mensaje con nuestras propias
palabras. Aplicando la reformulación mostramos interés por el mensaje de
nuestro cliente. Así, éste continuará desvelándonos sus experiencias.
Conecta tu discurso
En lugar de aprovechar que el cliente se calla para
soltarle tu charla de ventas, procura que lo primero que digas esté relacionado
con lo que te ha contado, y luego lo vas llevando a tu terreno. Relaciona los
aspectos favorables de los productos con las necesidades expuestas por el
cliente. Expón los argumentos de forma ordenada y pausada, vocalizando al
hablar.
La escucha activa es definitivamente una habilidad
sumamente importante a desarrollar por todos aquellos profesionales que quieran
lograr excelencia en ventas. La escucha activa no es un algo innato es una
habilidad a desarrollar.
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